Instalándonos software
Desde el post del otro día sobre narrativa vs incentivos no paro de darle vueltas a qué son las historias/narrativas/relatos. Ahora pienso que son programas que nos instalamos en nuestro cerebro
El resumen de este artículo que escribí el otro día es que básicamente los incentivos son los que mandan pero las narrativas, las historias, consiguen crear costes emocionales en nosotros que cambian nuestros incentivos y con ello, nuestro comportamiento.
Y la idea muloka de hoy a la que le quiero dar vueltas es que básicamente, si tal y como argumenta Deutsch (y yo en algún que otro post siguiendo sus enseñanzas) somos computadoras universales, quizás estas historias que nos contamos son como software que nos instalamos en nuestra cabeza, que consiguen modificar nuestro comportamiento.
En otras palabras, el universo es el sistema operativo y nosotros somos computadoras que nos programamos contándonos historias que nos dan una serie de reglas (en forma de emociones y hormonas) para comportarnos.
Y esto básicamente me revienta la cabeza porque me hace darme cuenta de lo extraordinariamente vulnerables que somos a cosas como la propaganda y manipulación aún cuando estemos expuestos de forma consciente.
Si lo piensas, escuchar historias, tradición oral, ha sido como nuestros ancestros han construido nuestra cultura, entendida como esas reglas, normas y costumbres no escritas que guían nuestro comportamiento, (no las pelis que no quiere ver nadie por cierto).
Esto suena muy Harari, a quién sabéis que cogí mucha manía porque explica el dinero con esta idea, aunque como ya he explicado en muchas ocasiones, en el caso del dinero es completamente errónea.
Un líder según esto, sería aquella persona capaz de inspirar, de contar historias capaces de cambiar incentivos emocionales en una determinada dirección.
Esa tradición oral empezó a solidificarse a medida que aparecieron los primeros textos,
Los primeros textos conocidos son sobre todo reglas, precisamente porque la tradición oral puede ser manipulada. Para evitarlo se crearon textos como los de arriba.
Me estoy leyendo “The Law Book”, de donde están extraídas esas imágenes y es increíble comprobar que en el de Ur-Nammu básicamente es una secuencia de instrucciones que dicen así:
“IF X THEN Y”
“IF Z THEN H”
(Si te cargas a tu vecino, su familia te cortará en pedacitos y cosas así)
lo cual estarás de acuerdo conmigo en que se asemeja una barbaridad a un programa de ordenador.
y así sucesivamente en unas 250 instrucciones.
Me pareció también interesante aprender sobre la historia de los brehones Irlandeses, que durante 1200 años eran una especie de juristas a los que se llamaba para dirimir todo tipo de disputas.
Sus reglas eran transmitidas de forma oral, pero para preservar la integridad del texto, es decir, para que no se pudiese manipular la integridad del software, esta tradición era transmitida en forma de versos, pues se entendía que en los versos es más difícil manipular la integridad que en la prosa.
(No sé si todo esto te hace ver similitudes con el funcionamiento de Bitcoin. A mí sí, y me revienta la cabeza)
Después empezaron a llegar los libros cuya creación y edición estaba inicialmente controlada por el Clero, pero como casi nadie sabía leer, las historias que contasen tenían poco impacto o más bien aquel que el Sacerdote de turno quisiese que tuviesen (estoy simplificando, por favor, no me digas que no era así exactamente).
Tras esto empezó la imprenta que tuvo un impacto brutal y ahora lo que tenemos es internet.
Los canales de información a través de los cuáles nos llegaban las historias durante la era de la imprenta y de la TV eran muy limitados, luego era muy fácil controlar el mensaje.
Este mensaje ha sido homogéneo en los países o como mucho con unas pocas líneas editoriales, (los republicandos y demócratas, la izquierda y la derecha, etc…).
Las historias se transmiten
Se copian como los genes, como las ideas, como los virus en un ordenador. La información se copipega.
Estamos diseñados para copiar cuando los incentivos emocionales son los correctos, luego el comportamiento de rebaño es innato a nosotros. Copiamos las narrativas y con ello el comportamiento. Controlar la narrativa es tener poder. Es absurdo negarlo.
Es esperable que sigamos al rebaño. Es esperable que nos sintamos identificados con determinados grupos y que nos sintamos atacados por grupos rivales. Es esperable por tanto también, que votemos en base a una identidad y no en base a la razón.
Luego menudo problemón, ¿no? somos organismos controlados por las emociones tratando de progresar a base de solucionar problemas que solo pueden resolverse con el raciocinio.
La única solución a este problema es por lo tanto seguir apostando por la ciencia, esto es, por el constante cuestionamiento de lo que creemos que sabemos para que como decía Feynman, consigamos dejar de engañarnos a nosotros mismos.
El peaso cambio
Está siendo la multiplicación de las narrativas con internet, de repente la multiplicación de identidades de los grupos de población, la hiperpolarización, la imposibilidad de encontrar narrativas que funcionen en grandes grupos a la vez.
La forma de comprobar qué identidad debe prevalecer en la era industrial que vamos abandonando eran cosas como medir los votos en las urnas
o medir la hiperbólica cantidad de manifestantes de uno y otro bando que por supuesto dependía del bando en el que estuviese el encargado de hacerlas.
Creo que el gran cambio va a ser la imposibilidad de convivir tantísimas narrativas bajo unas mismas reglas. Es imposible.
La cantidad de reglas debe multiplicarse para aproximarse al número de narrativas con el fin de que las personas nos sintamos representadas en las decisiones de gobierno.
Es como si en los tiempos de Hammurabi las reglas orales dijesen una cosa y Hammurabi se pusiese a escribir otra completamente diferente y fuera de lugar. La gente terminaría ignorándole, las reglas escritas (y sus autores) necesariamente terminarían perdiendo credibilidad.
Qué vendrá? No paro de darle vueltas esto.