Una interminable sucesión de forks
En uno de mis primeros artículos hablé sobre la transferencia de confianza más grande de la historia. Este va en la misma dirección.
Para los que no estéis familiarizados con el mundo del software, los forks serían lo equivalente a una bifurcación del código. Si yo por ejemplo determinase que lo ideal debería ser tener un Bitcoin con una inflación mayor, podría alterar el código y crear e.g. mulokoin.
Aquí podéis ver un ejemplo de la cantidad de forks que ha habido en por ejemplo linux desde que se creó por primera vez.
En el curso de ciberseguridad y custodia utilizamos por cierto Ubuntu y Kali (si conseguís verlo en la imagen, que no es mi caso), aunque tengo planes para añadir más.
Lo mismo ocurre con cualquier otro proyecto de software si es que se crean nuevas versiones en paralelo a las ya existentes. El motivo de los forks es siempre crear una nueva versión que satisfaga la demanda insatisfecha de parte de los usuarios. Dado que el software tiene las mismas posibilidades de llegar a tí tanto si está hecho por una legión de programadores en Google como hecho por un programador en solitario, lo único que importa es que exista demanda para ese fork.
El coste de crear un fork en el software es ridículamente bajo. Y lo que quiero comentar en el post de hoy es que el coste de crear forks en literalmente todo lo demás está bajando de forma radical:
¿Qué está ocurriendo?
¿En qué se parecen?:
Una religión dominante
Un disco de los 80
Un gran almacén
Una gran empresa
Un gran Estado
Unas olimpiadas
Un periódico
En todos los casos te ofrecen una misma talla para todos, “del inglés one-size-fits-all” pero ahora con internet es más barato acertar y distribuir la talla correcta para tu mercado, como siempre ha ocurrido en el caso del software, motivo por el cual veremos bifurcaciones (forks) o spin-offs en esa oferta, una gigantesca cantidad de mercados.
En el cristianismo hubo varios “forks” a lo largo de su historia por ejemplo con costes altísimos e incluso guerras.
Con la religión, antes de internet, si querías llegar a países pobres y tener presencia, necesitabas montar “misiones” para hacer llegar tu mensaje y eso requiere medios y una infraestructura si quieres evangelizar a lo grande. Hasta hace unos siglos tenían también la fuerza.
Antes la música se compraba en lotes (discos), había menos costes unitarios si vendías 10 canciones en un disco en vez de 3 separadas. Lo tomas o lo dejas. No era posible un opt-out barato y para estar en las estanterías necesitabas escala. Porque hacer un fork es lo mismo que opt-out.
Un gran almacén antes de internet tenía los productos de aquel que es capaz de fabricar pedidos importantes y que es capaz de responder rápidamente a cambios en la demanda (que tuviese capex, vaya). También de aquel que tuviese pulmón financiero suficiente como para darse a conocer o bien con personal de ventas o con publicidad.
Alcanzar un mercado para una gran empresa era carísimo mientras que ahora tenemos empresas como whatsapp que con más de 1000 millones de usuarios y 55 empleados, fue comprada por 19 mil millones de USD
En un gran Estado no existe forma de que mostrar tu opinión (votar) en cada decisión política y por eso delegamos en representantes que ahora vemos que no tienen nada que ver con nosotros. No nos sentimos por ello representados, nos dan una misma talla para todos. Nuevamente vamos a querer opt-out.
Los organizadores de los JJ.OO. tienen un gigantesco poder de negociación con los medios convencionales de TV para que si un competidor trata de lanzar algo parecido, se lo crujan y no lo televise nadie.
Hoy en día esto podría cambiar de un día para otro gracias a poder publicarlo en youtube o tantas otras plataformas.
Si yo hubiese querido escribir hace 25 años y conseguir una audiencia, solo me valía pasar por “convencer” al director de un periódico para acceder a su canal de comunicación con el mundo y aprovechar su infraestructura.
Hoy me abro un sitio en substack y twitter y puedo potencialmente alcanzar una audiencia muy superior.
Lo que estamos viviendo y vamos a vivir es un festival de forks que va a quebrar el mainstream para siempre. Lo que vas a hacer es escoger tu fork que oferte lo más ajustado a lo que demandes e incluso ir cambiando de uno a otro según te convenga (votar con los pies por ejemplo).
El mainstream es esa talla única y con la variedad que nos da internet, nos está quedando claro que no vale para todos ya sea religión, ropa, canciones, empresas, estados o artículos de opinión.
El escenario que viene
El mundo del que venimos era mucho más fácil pero no por ello necesariamente deseable sobre todo en el corto plazo.
Hemos confiado en terceros para contarnos cuál es la verdad, pero esto tiene la desventaja de que esa confianza tiene un elevado coste como estamos viendo en la descomunal fragilidad del sistema financiero, en la estructural crisis política o en los crecientes costes del sistema eléctrico.
Ese es el mundo en el que hemos vivido hasta ahora: una sucesión de trolas/falsas explicaciones imposibles de probar (nutrición y educación convencional, cambio climático, energías “renovables”, la seguridad social, sistema financiero…) dirigidas por grupos de presión en ámbitos muy diferentes que tenían en común que sus implicaciones eran muy difíciles de ver, de hecho opacas, para gran mayoría de la población.
Éramos (muchos lo son todavía) meros zombies porque sin internet no teníamos forma de cuestionar esas explicaciones del mundo.
Algunos quieren seguir siendo zombies, es mucho más cómodo:
En el mundo de ahora y del futuro vamos a vivir por contra con una constante exposición a múltiples versiones de la verdad y forks solo que al contrario que antes, en vez de ser censurados por un editor, todos ellas tendrán las mismas oportunidades de llegar a nosotros y será nuestra responsabilidad decidir cuál es la mejor versión de la verdad y cuál es el fork más deseable.
Cuando leas que algo es fake news, cuestiónate si efectivamente lo es o si por el contrario es solamente una diferente versión de la realidad que pueda valer la pena analizar.
El mercado será el encargado de premiarte o castigarte si has acertado o si por el contrario te has dejado embaucar, en vez de evaluarte un título universitario que consigues a base de pagar, que básicamente se ha convertido en lo más parecido a una especie de “permiso oficial para saber”.
En vez de delegar esa responsabilidad de buscar la verdad en un organismo Estatal, tendremos que encontrar por una parte la forma de pensar por nosotros mismos y, en menor medida, a las personas en las que confiemos que en cada esfera del conocimiento, nos permitan aprender y tomar las mejores decisiones, siguiendo la idea de democracia líquida, aunque quizás superada por la futarquía de Hanson.
Este ansia por estar preparado es de las cosas que más me motivan a escribir y hacer mis cursos.
Correremos grandes riesgos (de engaño) y estaremos constantemente haciendo un gran esfuerzo de aprendizaje, que es el motivo de que ya nos pasemos tantas horas delante de internet buscando la verdad.
Esto creo que dará lugar a economías cada vez más locales para buena parte de la actividad económica en las que la confianza no tenga que escalar tanto y economías globales para una reducida parte de esa actividad.
La confianza no escala bien
Nick Szabo
La confianza no se decreta, se tiene que ganar
Muloko
Antes era a procrear ahora es momento de forkear! Brillante, gracias por tu tiempo master
Hola! Cuando dices que "El mercado será el encargado de premiarte o castigarte si has acertado o si por el contrario te has dejado embaucar", que quieres decir? ¿Puedes dar un ejemplo en el que el mercado haya premiado a alguien por "acertar"?