El por qué de la libertad
A priori podría parecer innecesario argumentar el por qué de defender las ideas de la libertad. He dado algunos argumentos en varios posts pero hoy se me ha ocurrido otro
Cuando empecé a meterme en el mundillo de Bitcoin, me resultaba algo cansino estar oyendo hablar de la libertad por aquí la libertad por allá.
El concepto de libertad no era particularmente atractivo para mí pues solo lo veía desde el punto de vista “romántico-idealista”, en absoluto desde un punto de vista práctico pero hoy en día me doy cuenta de que no era consciente de dos cosas:
En primer lugar, efectivamente no somos libres: no hemos escogido este sistema, se nos ha impuesto. Nos hemos auto-engañado pensando que porque nuestros padres lo votaron en el 78, pues automáticamente, “locked-in” de por vida. No existe todavía uno probadamente mejor, pero deberíamos tener mecanismos para experimentar con nuevas formas de hacer las cosas y sobre todo, de reducir la incompatibilidad de incentivos en el sistema actual. Para mí ser libre es por ejemplo ser capaz de buscar mejores formas de progresar para mi familia. En estos momentos el sistema actual lucha de frente contra esta posibilidad y por este motivo me siento cautivo.
En segundo, que en un sistema incentive incompatible, la libertad para una parte del sistema solo puede empeorar.
Y ahora que llevo un tiempo más en el mundillo este y dado que me gusta encontrar un por qué, quería reflexionar sobre:
¿por qué es deseable la libertad más allá de los motivos obvios que todos nos podemos imaginar?
Libertad es progreso
He argumentado en muchas ocasiones que con regulación o sin libertad, no solo podemos perdernos transacciones que podamos considerar negativas (como mucho miope insiste en ver en exclusiva), sino una ingente cantidad de transacciones positivas y generadoras de progreso y riqueza (cuando son voluntarias y libres obviamente), que con cada una de esas reglas también dejamos de ver.
¿Cuántas transacciones positivas nos perdemos por cada negativa? Y los que hagan una transacción negativa, ¿no pueden además aprender con la experiencia (aprendemos a base de errores) y terminar convirtiéndola en positiva? Ya sabéis que opino que la regulación involuntaria está reñida con el aprendizaje, es un supresor institucionalizado del conocimiento, imaginación y creatividad. Es como asumir que somos todos retrasados y que no podemos aprender de nuestros errores.
Pero no me parecía suficiente justificación, así que empecé a darle vueltas a más motivos por los que la libertad podría ser deseable. Aunque a priori podría parecer que no tienes por qué justificar anhelar la libertad, en realidad tengo la sensación de que alguien podría, por la misma regla de tres, decir que no tiene por que justificar el que sea deseable anhelar la creación de gulags por cada barrio de España. De ahí que me parezca importante.
Y hace unos días se me ocurrió esto:
En otras palabras, ninguno somos nadie como para decirle a otro lo que debe hacer o pensar.
Somos fascinantes máquinas que transportan un código embebido en nuestro ADN que nos permite adaptarnos, comprender y explicar cada vez mejor la realidad gracias al método científico sin poder estar nunca seguros de poder hacerlo a la perfección.
Pero, si efectivamente nunca podemos asegurar “Fulanito tiene la razón”…
¿qué sentido tiene pedirle a una persona que se someta a la voluntad de Fulanito?
La respuesta es que en mi opinión ninguno y que el único motivo por el que lo hacemos es por el coste que tiene para nosotros la violencia.
La seguridad es el problema más importante del que casi nadie habla.
Muloko
Para mí la libertad es la defensa frente a la arrogancia del tirano. Si, suena muy rimbombante jajaja pero a lo que voy es que la defensa de la libertad nos protege de las malas decisiones que los gobernantes toman (de las cuales son totalmente irresponsables) y que arruinan sociedades completas. Creo que lo decía Rallo, no solo la libertad es mejor moralmente si no que por suerte también funciona mejor.
Pues claro que hay quien es alguien para decirle a otros que hacer o pensar. Hasta se les paga por ello. Se les llama maestros, profesores, eruditos, expertos...