El gran éxodo
¡Escribí este post una semana antes de que el Rubius comunicase su decisión! Durante las próximas décadas veremos un gigantesco éxodo hacia tres tipos de grupos de población virtuales y geográficos
El progreso es la suma de una infinidad de diminutos intercambios en los que ambas partes, si lo llevan a cabo voluntariamente, quieren finalizar ese intercambio porque estiman que mejorarán en algún aspecto sus vidas, esto es, que añadirán valor a las mismas de una u otra manera. Si no mejorasen sus vidas, siendo voluntario, no lo llevarían a cabo, es así de sencillo.
Cada vez que haces click en Amazon vs irte a la tienda de la esquina es porque Amazon te ha ahorrado costes o bien en la búsqueda de un artículo o en su precio o en la facilidad con la que tendrás acceso a ese artículo o sencillamente en la satisfacción de X utilidad.
La economía por lo tanto progresa y prospera cuántas más transacciones voluntarias y libres se lleven a cabo.
¿Qué ocurre cuando regulamos?
Estamos distorsionando lo que sería la natural manera de que una parte encuentre a la otra en un intercambio de valor en el mejor de los casos. En otros casos peores estamos distorsionando la decisión para llevar esa transacción a cabo, como cuando por ejemplo alguien tiene la feliz idea de subvencionar públicamente algo y hacemos que se escojan opciones peores sencillamente porque el precio se socializa (subvenciona) al ser pagado por todos nuestros impuestos.
Si eliminamos o limitamos/reducimos ese natural proceso de descubrimiento, estamos limitando artificialmente la natural inclinación que tenemos los humanos a tratar de encontrar maneras de hacer más y mejores cosas con cada vez menos recursos.
Ese descubrimiento es la sorpresa a la que hacía referencia aquí.
Limitamos con esta regulación nuestra capacidad para innovar, para ser más eficientes y de encontrar mejores soluciones. La consecuencia es que la economía se estanca y cuando se estanca, a los bancos les cuesta cada vez más colocar deuda entre sus clientes, sencillamente porque cada vez hay menos proyectos que acometer que requieran/demanden o se puedan permitir financiación.
Si a esto le unes altos impuestos, el acoso impositivo (eres culpable ante Hacienda hasta que se demuestre lo contrario), el coste de cumplir la regulación tributaria y una pirámide demográfica invertida, tendrás el cocktail perfecto para que la capacidad de endeudamiento del sector privado decrezca respecto al crecimiento de la economía.
Si esto es así, los bancos no serán capaces de colocar deuda en este sector privado salvo bajando los tipos de interés.
Los aumentos de dinero en el pasivo del balance del Banco Central, se pueden cada vez menos respaldar por créditos al sector privado y por este motivo sólo se puede respaldar por activos de mínimo riesgo.
Los activos de mínimo riesgo son en la actualidad
la deuda pública
oro, inmobiliario en grandes ciudades (NY, Londres, etc…), etc…
la deuda corporativa de empresas protegidas por la regulación
las clásicas FAANMG con negocios hiper robustos
demás activos por orden de riesgo creciente
Pero el gran beneficiado de esto es la deuda pública porque al poder convertir su obligación de devolver la deuda en más sangría impositiva para sus “súbditos”, consigue salir airosa a cualquier debacle económica, incluidas pandemias, mientras que el sector privado generador de riqueza (parte verde en la gráfica de abajo) no hace más que decrecer, se hace más chiquitito y más estrangulado por la regulación e impuestos.
Imagen de la cuenta de Israel Cabrera (@absolutexe)
La salida convencional a la regulación y a los impuestos era el dinero en efectivo pero con los sistemas de información actuales, al Estado le sale cada vez más barato obtener información incriminatoria del individuo. Además antes de internet era imposible salirse del “sistema” si tu patrimonio y trabajo estaban vinculados a una concreta ubicación geográfica.
Por supuesto que el dinero en efectivo sirve y servía tanto para negocios éticamente aceptables como para los no aceptables. Pero ¿tiene sentido apretarle las tuercas al 100% de la población para tratar de “medio solucionar” un problema para el 3%? ¿No han aprendido gran cantidad de Españoles que las drogas no son buenas? ¿Ha sido gracias a los gigantescos recursos destinados a la caza de narcotraficantes o quizás gracias al aprendizaje de los jóvenes?
Y si legalizásemos las drogas, ¿no ganaríamos todos además a base de menor delincuencia y la necesidad de pagar menos impuestos?
Al igual que traficar con drogas fue la salida para Oubiña, Sito Miñanco y todos los protagonistas de la serie Fariña, ese sector privado pauperizado empieza a necesitar una válvula de escape para aumentar la cantidad de transacciones y con ello su prosperidad.
Estamos pasando de un mundo en el que el efectivo era una fuente de escape para actividades ilegales o en el límite, a que lo empiece a ser para cualquier actividad lícita que lo único que pretenda sea crear valor sin toparse de bruces con una regulación estranguladora.
Bitcoin es la válvula de escape
A menos de que me convenzas de que dejaremos de intentar llevar a cabo transacciones para mejorar nuestras vidas, necesitaremos un medio de intercambio que nadie pueda parar, corromper ni censurar.
Uno que nos permita no solo transaccionar con otros sino también transaccionar con nosotros mismos a lo largo del tiempo, también conocido como ahorrar.
Si tu actividad económica, tus ganas de proveer a los tuyos y progresar, son sistemáticamente limitadas por terceros que no tienen más que ganar a base de hacerlo, el sistema en su conjunto está destinado a la implosión, a la zombificación económica.
Los incentivos están posicionados en la dirección incorrecta, no podemos mejorarlo sin que mejoremos nuestro dinero porque las diminutas consecuencias negativas de la falta de regulación son muchísimo más visibles que las gigantescas consecuencias negativas del exceso de la misma.
Y las diminutas consecuencias positivas de una regulación excesiva son muchísimo más visibles que las gigantescas consecuencias positivas de la falta de la misma.
La consecuencia de esto es que los Gobernantes, al buscar sobre todo visibilidad, tienen mucho que ganar si regulan en exceso y prácticamente nada que ganar si no regulan en absoluto.
Bitcoin es por lo tanto la válvula de escape que necesitamos y su efecto, aunque no será inmediato, será en mi opinión:
Al principio una emergente cibereconomía solo para expertos en privacidad y anonimato en empleos relacionados típicamente con el software con trabajos remotos. Podrán trasladarse y buscar aquellas jurisdicciones que mejor les traten.
Países bitcoin-friendly que traten de atraer a este nuevo capital, como Suiza, Gibraltar, Andorra, Alemania, Japón, Singapur y los tradicionalmente conocidos como paraísos fiscales.
Países con Estados débiles que no pueden hacer nada para hacer cumplir leyes restrictivas para algo que se transmite por internet
Todos estos serán los primeros beneficiados de Bitcoin y es esperable que veamos una masiva emigración hasta estos grupos geográficos y virtuales de población.
Los menos preparados de África, tratarán de emigrar al vecino Europeo.
Nota: Justo poco después de escribir este artículo se ha sabido de la emigración (o huida de la persecución diría yo) de elrubius. Este chico tiene más medios que el Español medio para hacer algo totalmente legítimo, que es tratar de pagar menos, sobre todo si es rodeado de amigos. Bitcoin permitirá millones de pequeños elrubius emigrando a jurisdicciones más amigables y a los más preparados, les permitirá incluso vivir y transaccionar dentro de España sin que nadie pueda enterarse ni pararlo.